Recuerdo
aquel día como si no hubiera pasado el tiempo, era lunes y tocaba volver a la
escuela. Durante el camino hacia el colegio, le dije a mi madre “Mamá yo no
quiero ir a la escuela, todos los días hago lo mismo y me aburro”. Ella me miro
y dibujándosele una sonrisa en su cara me dijo “Puede que hoy sea diferente”.
Al
llegar al colegio mi madre se despidió de mí y yo me encamine hacia mi clase.
Entré en ella y me senté en mi sitio, esperando que la señorita Emilia llegara.
Mientras mis compañeros llegaban algo llamó mi atención en la puerta.
Entonces
la señorita Emilia entró por la puerta, dejó sus cosas en la mesa y antes de
que dijera nada, levanté la mano y le pregunté “¿Seño, qué es eso de la puerta?
La señorita Emilia cogió el papel que había en la puerta y nos dijo que nos
sentáramos todos en un círculo, para ver lo que ponía el misterioso papel. La
seño lo fue abriéndo poco a poco y entonces todos pudimos ver lo que era...¡El
mapa de un tesoro pirata, con una nota!
Todos
queríamos ver de cerca ese mapa, por lo que la señorita Emilia nos lo fue
pasando uno a uno para que lo pudiéramos ver. Cuando llegó a mis manos y lo
observé, me di cuenta de que ese mapa del tesoro me recordaba a algo, ¿pero que
era?, entonces dije en voz alta “¿No os recuerda a algo este mapa? Volvimos a
dejar el mapa en el centro del circulo y observándolo todos, Daniel exclamó
“¡Es el mapa del cole!”
Y
así era, el tesoro pirata estaba en algún sitio del colegio y nosotros teníamos
que encontrarlo. Pero había un problema, ¿por dónde debíamos comenzar a buscar?
Fue entonces cuando la señorita Emilia nos leyó la nota, la cual decía: “Una
ducha me estoy dando y mi ropa se está secando”. Al leer esta nota todos
sabíamos que teníamos que dirigirnos a los vestuarios y hacia allí nos
encaminamos toda la clase. Al llegar a los vestuarios encontramos lo que la nota
decía, ¡la ropa del pirata!
La
seño Emilia nos explicó cada prenda que formaba el traje del pirata y detrás
del parche encontramos otra pista, la cual decía “En lo alto del mástil nos
subimos para ver donde nos dirigimos”. Con esta pista nos fuimos a la planta
más alta del cole y allí nos encontramos un barco con un catalejo, al mirar por
este vimos el patio y hasta allí fuimos.
En
el patio estaban algunos profesores vestidos de piratas y otras clases que al
igual que nosotros habían llegado al mismo punto.
En
el patio para conseguir más pistas debimos hacer varias pruebas y juegos.
Una
vez que habíamos completado todas las pruebas nos dieron la pista final para
encontrar el tesoro.
Y
al abrirlo nos encontramos parches y sombreros piratas para todos.
Lo
que he relatado no ocurrió en un solo día, sino en varios y a partir de ese
momento la escuela nunca más me apareció aburrida.







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